By José Quintero

Crisis, hermosa palabra

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Ya había comentado por aquí y por allá, en esos caminos sembrados de migajas existenciales que son las redes sociales y que, en lugar de rutas de virtud, han terminado siendo verdaderos estercoleros del alma; ya había hablado —insisto— acerca de la crisis existencial por la que atravieso y de la que no voy a decir palabra alguna, como sí lo haré de la profunda crisis creativa que ha dejado como secuela.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_gallery type=”image_grid” images=”11721,11745,11720,11724,11719,11734″ img_size=”medium”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]No voy a hacer una apología de la crisis, pero en su defensa diré que nadie en su sano juicio puede permanecer estructural y emocionalmente indiferente a este profundo trance, a este agónico impasse. Lo más lógico y coherente que pueden hacer tanto los racionalistas de hueso colorado como los afectos al pensamiento mágico de güevo colorado, es reproducir de manera fractal este colapso.

Yo, particularmente, me siento colapsado. Yo, particularmente, me asumo en crisis.
¿Y qué significa asumirse subproducto de la crisis? No tengo la más puta idea, pero supongo que tiene que ver con saberse morona de un mundo que se desmorona; madeja de un mundo que se desmadeja y desmadre de un mundo que se desmadra.
Pero seamos serios y puntuales. Noto la crisis en mi incapacidad de responder gráficamente (esto es, discursivamente) a un complejo de circunstancias que inhiben, colapsan y rebasan mi capacidad de respuesta. Noto la crisis en mi incapacidad de tirar una linea certera, en mi incapacidad de escoger una paleta de color precisa, en mi incapacidad de proyectar fidedignamente mis imágenes mentales, en mi incapacidad de… ¿de qué mierda estábamos hablando?
Ah, sí. Crisis… hermosa palabra.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_gallery type=”image_grid” images=”11728,11727,11730″ img_size=”medium”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Hay algo más que puedo decir respecto a este tema: las crisis existen para ser resueltas. No hay atrocidad mayor que hacer de ellas una forma de vida estable. Toda crisis es la manifestación de un conflicto interno y, en ese sentido, es neutra: ni buena ni mala, y en cualquier caso, útil en la medida que revela el conflicto subyacente.

Para que no se diga que mi autocrítica feroz me rigorea más de la cuenta, para que no se cuente que no puedo darme palmaditas en el hombro de vez en cuando, he de decir que las ilustraciones que ornamentan este post (eso es lo que vine a comentar y ya lo estaba olvidando) son un buen ejemplo de crisis en vía de ser resuelta. Comencé dibujando esta trilogía de símbolos con un estilo inadecuado y profundamente insatisfactorio, sin la fluidez que pedían las propias láminas. Afectado de rigidez, seco, aburrido, produciendo imágenes (por así decirlo) sin alma.
Así transcurrió una semana hasta que de pronto, sin decir “quítate que ahí te voy” surgió el tipo de trazo exacto que el instinto me había estado susurrando durante días. El mismo brazo que había librado feroz batalla con el Manga Studio, encontró en Photoshop la tranquilidad y el descanso del guerrero. Dejo esta sarta de screenshots como feliz testimonio de esta pequeña batalla con saldo favorable, de esta crisis higiénicamente conjurada, de esta ex-crisis… (hermosa palabra).[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_gallery type=”image_grid” images=”11733,11732,11731,11729,11726″ img_size=”medium”][/vc_column][/vc_row]

By José Quintero

Incompatibilidad de menesteres

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Así las cosas. Dejé de colaborar en la nueva era de La Mosca por incompatibilidad absoluta no tanto con la postura política de Hugo García Michel, su director, sino por el hecho de que esa postura contaminara el perfil de la revista y los volantazos hacia la derecha llevaran en esa dirección al resto de los colaboradores (en el primer número casi me disloco un hombro y se me sale el relleno cremosito).

En vísperas de la tercer aparición de la revista envié mi cartón de Buba que incluía una referencia a Milenio Diario, el periódico en el que escribe Hugo y, según me dijo, varios de sus amigos y otros colaboradores de La Mosca. Me pidió amablemente que cambiara esa viñeta y le dije que no. Me explicó los motivos por los que le parecía inapropiada su publicación (motivos personales) y le dije que era un chiste o referencia del que yo me hacía responsable y que a estas alturas me he ganado el derecho a decir lo que quiera. Considero que Milenio es un diario vendido, que funge como correveydile del sistema -lo cual no quiere decir que todos sus colaboradores lo sean, conozco al menos un par de personas respetables publicando ahí- y aunque estuviera equivocado igual tengo derecho a decir lo que pienso. Ahí terminó mi relación laboral con La Mosca y con Hugo. Hoy terminó lo poco que quedaba de mi relación personal con ambos.

Recientemente tuvimos un agrio intercambio de lineas en Facebook, a propósito de una de sus irresponsables y banales reflexiones políticas. Es verdad que lo estuve jodiendo un poco y me bloqueó, pero también es verdad que las abominaciones que salen de su teclado hacen referencia a gente que piensa como yo, así que de alguna manera me tocan las pedradas. Después del bloqueo mi patética iracundia salió a relucir y publiqué una serie de comentarios muy violentos y léperos acerca de Hugo y la revista. Lamento las palabrotas pero sostengo el espíritu de mi crítica y creo que merezco estar molesto, que no es lo mismo que iracundo (okey, okey, ya entendí) aunque ambos debemos cuidar ese tipo de exabruptos en espacios públicos. Lo cierto es que si no me hubiera bloqueado él, lo hubiera tenido que declarar inexistente yo mismo en algún otro momento.

La opinión personal de Hugo me la reservo para rumiar en privado. La de su trabajo como columnista -que es público- la externo muy brevemente y de manera más o menos críptica. Cada quien tiene derecho a pasar a la historia y a ser recordado (si es recordado) como quiera. Cada quien puede tener la postura política que guste y a hacerla pública (faltaba más) pero que no espere que la gente le respete si él se esmera en faltarle el respeto. Cada uno escoge cómo ganarse el pan que se lleva a la boca y el papel de baño que se lleva a la cola. Yo, personalmente, escojo una columna que se publica en cierto periodicucho y que sólo sirve para fomentar el odio hacia todos aquellos que no agachan la cabeza ni entregan la dignidad y el esfínter a su cleptócrata de confianza.

Y hablando de tareas nauseabundas, la chamba principal de los grandes flatos, perdón, las grandes plumas de Milenio es bastante sencilla: repetir matrices de opinión. Les recomiendo de la manera más atenta y entusiasta que se tomen el tiempo para escuchar la charla de Carlos Fazio y Jorge MansillaTerrorismo mediático”; para entender a detalle cómo operan los medios masivos de condicionamiento de masas. Por ahí se menciona a Carlos Marín, a Ciro Gómez, a Brozo y demás próceres del chayote. Imperdible y edificante charla, les doy mi palabra de que les va a ser de mucha utilidad.

Ya de salida comentaré, para no dejar nada sobre la mesa (además del hígado) que sigo teniendo un gran aprecio por la primer época de la revista, que fue un espacio invaluable para mi crecimiento profesional y que, sin falsa modestia, se que contribuí a hacer memorable.
Dios tenga en su santa gloria a esa vieja, noble Mosca y que colme de la materia fecal que tanto gusta a su especie a la triste y lamentable Mosca actual.[/vc_column_text][vc_gallery type=”image_grid” interval=”3″ images=”2823″ onclick=”link_image” custom_links_target=”_self”][/vc_column][/vc_row]

By José Quintero

Materiales para transformar la realidad

[vc_row][vc_column width=”1/1″][vc_column_text margins=”0 0 35px 0″]Diez años hace que el sol pasa

Hará cosa de un par de meses que la diseñadora de mis sueños visitó una de las librerías del Fondo de Cultura Económica y me envió una foto en la que aparece el libro de las 13 Muertes de Buba exhibido en la sección de novedades. Me dio tanto gusto que esbocé media sonrisa; salvé la foto en el escritorio de mi Buba 7 y retomé mis actividades cotidianas.[/vc_column_text][vc_column_text margins=”0 0 35px 0″]Tiempo después el tema regresó a la sobremesa. Yo estaba y sigo estando un poco incómodo porque -por falta de pericia administrativa- el precio de nuestros libros se disparó como la chingada al entrar a librerías y este solo hecho empañó mi contento inicial.
La diseñadora de mis cotidianidades ve las cosas desde otro enfoque; me recordó la accidentada travesía que el libro en comento ha recorrido desde su precaria gestación (por allá del 2003) hasta su publicación diez años después. Me recordó las condiciones de absoluta austeridad que han caracterizado a nuestro trabajo editorial e hizo notar que -por sobre todas las consideraciones- nuestros libros se exhiben con la misma dignidad que la pléyade de productos editoriales que cuentan con estructuras económicas y administrativas muy (muy, muy muy) superiores a las nuestras.

Las 13 Muertes es un proyecto ambiguo y de alguna manera retorcido que simula ser un libro para niños pero que sólo puede ser entendido a cabalidad por adultos. La simple ubicación física de un ejemplar de este tipo en una librería debidamente departamentalizada supone ya un reto logístico considerable (¿poesía? ¿Ilustración? ¿Libro de arte? ¿cómic?). Pues bien, el libro terminó siendo exhibido justamente donde le corresponde: en la sección para niños. Así es como lo imaginé hace más de diez años. Ahí es donde se le puede ver todavía en algunos puntos de venta.

Así pues, nuestros dos primeros títulos (Flor de Adrenalina y el mentado 13 Muertes) se exhiben desde hace un par de meses en las librerías más importantes de la Ciudad de México: Ghandi, El Sótano, El Péndulo, Porrúa y las sucursales de El Fondo de Cultura Económica; además de dos de las más importantes tiendas de diseño y art toys: Vértigo y Vinyles Chiles.
En las manos del mercado estamos y a él nos encomendamos.[/vc_column_text][vc_column_text margins=”0 0 35px 0″]Mono Barroco: materiales para transformar la realidad

Mientras yo preparaba el tercer café de la mañana, mi mente se encontró con el lema para este proyecto editorial. El lema de la legendaria revista Gallito Cómics era (como recordarán los conocedores) “Materiales para resistir la realidad”. Yo retomo aquella estoica frase cambiando la resistencia por la transformación y ya está.
Reinterpreto el viejo lema no sólo para rendir honores a aquél entrañable proyecto, sino para retomar su experiencia y darle continuidad en el tiempo y el espacio. Así como El Taller del Perro resultó una extensión de la experiencia historietística de El Gallo, confío en que Mono Barroco será ser el resultado de la suma vital de mi paso por ambos proyectos colectivos.
Ya no es suficiente con ofrecer resistencia a los embates de la dura realidad (particularmente de la hiperviolenta realidad mexicana). Es momento de transformarla y transformarnos nosotros mismos en el proceso. Y digo esto a sabiendas de que afirmar tal cosa suena, más que a declaración de intenciones, a bravuconada.

Nota final: apenas ahora me percato de la evidente utilización de animales a manera de tótem o nahual en nuestro imaginario colectivo. Gallos, perros y monos: he ahí la zoología a la que he amparado mi humanidad.[/vc_column_text][vc_column_text margins=”0 0 35px 0″]Un paso hacia el vacío

Se bien que no hemos inventando nada y que nos amamos con palabras que otros se dijeron ya. ¿Qué tiene de novedoso o particular la creación de otro sello editorial? ¿Es necesario o plausible apelar al uso del papel cuando la industria editorial misma se precipita en caída libre -es decir, en chinga loca- hacia su debacle? ¿hacen falta más libros en este mundo al que ya no le interesa leer sino procrastinear?
Lo único que sé es que necesito de una estructura que me permita moverme hacia adelante sin pisar en el vacío con los flancos descubiertos y una estructura editorial me sirve perfectamente para esos fines. Necesito hacer equipo, unir fuerzas con gente afín y -definitivamente- no encuentro ya ninguna afinidad o coincidencia con los colegas de mi generación; al menos no para emprender un proyecto común (mi generación: mi frívola, envejecida y degenerada generación).
Así que a falta de pan, tortillas de maíz transgénico. A buscar jóvenes colegas entre las ruinas del sistema educativo y a apoyarme en quienes apuntalan estructuralmente este proyecto (en administración, finanzas, promoción y comercialización) y que -sorprendentemente- entienden mejor la función de la cultura que aquellos que han contagiado sus mentes seniles con el cáncer ideológico que habita a esta civilización moribunda. Demos, pues, un paso en el vacío para comenzar a llenarlo con nuestro propio primer paso.

Suspiro, me persigno, giro sobre mi propio eje, me doy ánimos para encarar lo que sigue… ¡Y basta de retórica barroca![/vc_column_text][vc_gallery type=”image_grid” interval=”3″ images=”2529,2530″ onclick=”link_image” custom_links_target=”_self”][/vc_column][/vc_row]

By José Quintero

Esta es primera llamada, primera llamada…

Después de no se cuántos años de haber permanecido al aire con un sitio web técnicamente obsoleto y luego de un año de haberlo borrado por completo de la red; doy inicio a la construcción de esta tercera versión del Planeta Buba.

Una de las razones del retraso en el rediseño del sitio (quizás la más importante) fue la distancia abismal entre mis enormes expectativas en contraste con mis escasos conocimientos técnicos y la falta de pericia en el manejo del software más elemental. Tengo 3 o 4 carpetas con diseños del planetabuba v3.0 muy vistosos pero a los que no supe cómo articular en el formato y lenguaje adecuados. El resultado: una pérdida de tiempo y trabajo que sólo me produjo frustraciones y bloqueos creativos.

Quería, más que un sitio, un portal relativamente complejo en el cual pudiera concentrar  todas la imágenes, textos, audios, videos, tutoriales etc. que tengo dispersos en el disco duro o bien en mis cuentas en las distintas redes sociales. Ahí muere, comienzo este nuevo intento bajando de la nube en que andaba para reconocer mis limitaciones y comenzar la reconstrucción de este espacio a partir de una plantilla de WordPress, que a pesar de ser a prueba de pendejos me está costando bastante trabajo entender. De momento me doy por bien servido con un blog y un sencillo portafolio.

Así las cosas, apreciado cibernauta. Damos inicio a las hostilidades con este primer post y con la advertencia de que lo que se verá durante los próximos días, semanas y (quizás) meses, será más un mazacote de links e imágenes que una página web hecha y derecha.

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Materiales para transformar la realidad
Esta es primera llamada, primera llamada…