By José Quintero

Un buen libro santifica todas las guerras

Sostengo entre mis manos la flamante cuarta edición de Flor de Adrenalina. Acaricio su portada con estas manos rudas de hombre de campo (del campo de las artes gráficas) y mientras reviso cuidadosamente cada aspecto del volumen caigo en cuenta de que no volveré a leerlo hasta pasados varios meses e incluso años (así lo dicta mi tradición), de modo que aprovecho este momento para compartir algunas reflexiones a bote pronto. 


My nightmare team

Esta versión es una actualización de la publicada en 2014, así que quienes hayan leído el libro aquél encontrarán que ambos comparten el mismo espíritu, la misma vibra y similar impronta. No en vano fue producido por el sello editorial de la casa.

Ya desde la carátula se advierte que se trata de la misma obra pero depurada, corregida y aumentada. Ambas versiones fueron elaboradas con el apoyo invaluable de gente afín (amigos y camaradas) y la dinámica creativa de esta circunstancia se nota muy mucho en el volumen impreso; así que, más allá de sus valores formales, es notable el cariño, el esmero y el compromiso que el equipo de trabajo aportó en la elaboración de esta pequeña bestia editorial. Desde aquí les agradezco y me congratulo por contar con su valiosa ayuda. No serán mi dream team, pero sí mi nightmare team, el equipo que pone el hombro en mis pesadillas creativas.

Conjuro decembrino

La realización de esta edición particular me costó $angre, $udor y lágrima$. Por distintos motivos —todos ellos de ingrata memoria— se fue complicando progresivamente algo que debió ser una relativamente tersa reedición. En el penúltimo mes del 2022, apenas recuperándome de una depresión rotunda e insolente, opté por publicar el libro aunque fuera en los últimos días del agónico mes de diciembre (mala fecha, evidentemente, en términos de estrategia editorial).

La razón para tomar esta determinación es que no quería recordar el 2022 como la suma de pequeños fracasos profesionales. Este libro (pensé) conjuraría mi noche sin puente y daría un toque de dulzor al mal sabor de boca de los 12 meses anteriores. Celebro, pues, la aparición de esta flor decembrina igual que los cristianos celebran el nacimiento del niñito Dios. 

Autodefensa editorial

Dice Lokorosky (y coincido con él): “justicia es darte lo que mereces”. Hace un par de años me propuse salir de una racha infausta retomando mi proyecto editorial (que es también un proyecto de vida) y para ello es condición sine quan ni madres no dejar pasar un sólo año sin llevar al papel al menos un libro de mi catálogo personal. Planeta Buba (2021) y Flor de Adrenalina (2022) son el vivo ejemplo de este compromiso adquirido. Confieso, en un arrebato de chocante sinceridad, que la única obra que cubre mis expectativas y colma mis apetitos lectores es la de quien esto escribe. El público tiene derecho a no coincidir con esta opinión —lo respeto y entiendo— pero no podrán negarme el derecho de gustar por aquello que acontece en mi marginal universo interior. 

Diré más, en un segundo arrebato de piadosa sinceridad: A estas alturas de la vida resulta obvio que, aparte de mí, no existe ningún editor, gestor cultural o casa editorial interesados en publicar alguno de mis libros. Es por eso que me asumo editor: no como un acto de congruencia, sino de autodefensa.


El oficio

Y hablando del oficio de editor, cada vez me siento más satisfecho de mi desempeño en esta vocación tardía que es la de gestar criaturitas impresas. Entrar en modo editor es una de las recompensas más apasionantes y gratificantes, sobre todo en la medida que complementan al noble y primigenio oficio dual de dibujante y escritor. 

La otra cara de la edición independiente: el financiamiento, la promoción, los fondeos (particularmente los fallidos), la administración, los envíos, la gestión… todo me pesa, todo me cuesta el doble de lo que debería. Pero en cuanto comienzo a trabajar en cada nuevo proyecto y me adentro en esa especie de burbuja creativa toda esa talacha mundana pierde importancia. 

Un buen libro santifica todas las guerras.

Este libro

Este libro es para tocarse, para leerse y releerse, para guardarse en la memoria y también para olvidarse al poco rato. Este libro es para disfrutarlo plásticamente (¡tiene dibujitos!). Es para tomarse muy en serio. Para reír un poco, para pasar el rato leyendo lo que esté a la mano sin darle la menor importancia. Es para dialogar con él y con su autor y también consigo mismo. Para sentir la musicalidad de las palabras y la armonía orquestal del blanco y negro. Este libro es para tomarse a la ligera, para llorar un poco y atesorarlo (aunque esto es opcional) o para botarlo con indiferencia en el rincón de la cantina o el de las obras menores (aunque esto también es opcional). Este libro es para reflexionar, para pensar en la vida o en la muerte como otra expresión de la vida, para pensar en el amor eterno con fecha de caducidad o el ligue ocasional que no se olvida. Es para pensar en los animales y el milagro de su existencia. Para disfrutar de la poesía, para disfrutar también de la anti-poesía. Este libro es para mirarse en él o para guardarlo en la parte alta del librero sin siquiera ojearlo. Este libro es para agregar tres flores nuevas al jardín de la ilustropoesía.     

Este libro —lector, lectora— fue escrito para ti.

José Quintero, diciembre 2022.

By José Quintero

Buba Chop 2.0 – Capitalismo con rostro semihumano

Nota: la siguiente publicación cuenta con el apoyo total o parcial de un patrocinador, por lo que se sugiere leer con prudencia o franca desconfianza. 

En fechas recientes me di a la afanosa tarea de crear una nuevo punto de venta virtual para comercializar los pocos títulos que aún quedan y sobre todo para poner al alcance del respetable mi flamante nuevo libro: el Planeta Buba.

Luego de la mala experiencia con esos ladrones de gallinas de Kichink!, que me quedaron a deber una lanilla y -para sorpresa de nadie- siguen operando como si nada; busqué una plataforma que me permita automatizar los procesos de venta, tener mayor control operativo y evitar en lo posible depender de la honestidad de terceros (esto último fue una pedrada para tí, Kinchink!).

Recomienzo el changarro con muy pocos productos porque la mayoría de los títulos ya se agotaron o están por hacerlo, pero confío en que pronto podremos reponerlos y ampliar el catálogo de ventas. Capitalismo con rostro semihumano: a ti encomiendo mi espíritu.

Sin mas, güeritos y güeritas, me despido con un nuevo mantra: “¡Lleve, lleve. Lleve, lleve!

www.bubachop.com

By José Quintero

El universo y amables planetas que lo habitan

I Los planes del universo

En el periodo comprendido entre 2011 y 2014 atravesé una de mis mejores rachas creativas y vitales. En ese lapso edité o reedité al menos un libro por año y pude construir una estructura administrativa que si bien era precaria, permitió seguir adelante con mis proyectos. Después de imprimir sucesivamente El Pote, Flor de Adrenalina, 13 Muertes de Buba, la colección de flipbooks Mono Cinético y los volúmenes 1 y 2 de Buba, me dispuse a editar un nuevo libro -esta vez de ilustración- para dar inicio a la segunda etapa de mi odisea editorial formada por obras de factura reciente y no por material “viejo” o rezagado, fruto del trabajo dibujístico de mis años de juventud. Esa fue mi determinación -publicar un nuevo libro-, pero el universo tenía otros planes.

En el último tramo de 2015 pasé dos crisis dolorosas. La primera fue de salud, pues fui hospitalizado de urgencia para extraer de mi cuerpo una vesícula reventada que hizo de mi tórax un auténtico chiquero; Esta intervención quirúrgica me sacó de la jugada por tres o cuatro meses y dejó como recuerdo imborrable las costuras de una cicatriz cosida con malas maneras. La segunda crisis (más dolorosa, más triste y aún más aparatosa) fue emocional y me dejó convaleciendo durante mucho, mucho tiempo. Apenas el año pasado dejó de ser una dolencia cotidiana pero de algún modo sigue ahí, como una cicatriz invisible que va desde el chakra raíz hasta el de la conexión espiritual. 

He tardado mucho tiempo en sanar, aunque en realidad uno nunca sana del todo. Durante ese lapso -que se mide en años- fui incapaz de retomar mi proyecto editorial y/o de concretar una nueva publicación. Escribí, dibujé (reescribí, redibujé), hice pactos y propuestas de ganar-ganar con entidades invisibles. Sentí una forma inédita de angustia, comencé a usar lentes para vista cansada y -junto con mi cumpleaños número 50- sentí la sombra de la vejez oscureciendo el horizonte como un atardecer con horario de verano. También apareció en el mundo -no sé si están enterados- una pandemia nivel Dios que me dejó sin trabajo, sin ingresos y sin esperanzas pero eso sí, con cubrebocas.

Fue entonces que el universo puso en mis manos un pétalo de rosa como quien deja caer una limosna.


II Habemus planeta

En septiembre del 2021 finalizó la campaña de fondeo para la impresión de una nueva criatura editorial que habría de sumarse a mi famélico acervo autoral. La campaña corrió con buena fortuna, el libro en cuestión se terminó de imprimir en octubre del año pasado y los ejemplares de los fondeadores se entregaron entre noviembre del 21 y enero de 2022. 

Este brevísimo resumen da contexto suficiente para presentar de manera pública al Planeta Buba, mi tercer libro de historieta y el sexto en el paupérrimo catálogo editorial de Mono Barroco

He hablado tanto de este proyecto (antes, durante y después de la campaña de fondeo) que me resulta empalagoso volver a hablar de él. Sin embargo, en ánimo de promocionar su venta (que alimentará tanto mi espíritu como mi estómago) escribo las siguientes lineas.   

El Planeta Buba es un libro sui generis, anómalo entre mis trabajos porque es el único que echa mano de recursos narrativos y no de la poética-visual. Aborda centralmente un tema que ha ocupado mi mente desde la juventud: la muerte de Dios; Pero no lo hace de manera trágica sino de forma lúdica y desenfadada. Utilizando figuras arquetípicas, equilibrando elementos oníricos, simbólicos y haciendo uno que otro guiño filosófico dentro de una narrativa fluida y no carente de sentido del humor. Es un libro simple y de amena lectura que toma prestados conceptos del ámbito filosófico y los pasa de cachirul a través de Buba, mi ya emblemático personaje. 

Gráficamente es un libro vistoso, elegante y por momentos grandilocuente. En sus páginas utilizo una paleta limitada a seis colores planos (incluido el blanco del papel) y eso es suficiente para desplegar atmósferas y escenarios dignos de la narrativa metafísica que ahí se cuenta. Como se trata de una historieta muda, el dibujo adquiere un nivel preponderante y el color se vuelve también una herramienta narrativa.

Finalmente, destaco el cultivo de ese tono ambiguo que me permite ser profundo, barroco y simplón a la vez. Disfruto como prieto el hecho de que el lector desconozca si lo que digo es en serio o en broma, que a nadie -ni a mí mismo- le conste el compromiso emocional de lo que allí se dice, de lo que allí se dibuja, de lo que allí se drena.

Y me siento (¿cómo no?) feliz de volver a las filas de los publicados. Más aún, me siento orgulloso de esta independencia editorial conseguida hombro a hombro con quienes me apoyan y me honran con su lectura, al margen de los criterios mercantilistas y de las agendas culturales del estado. Lo digo más claro: no le debo nada al hipercapitalismo biznero y neoliberal ni a los criterios rancios y doblemoralinos de las camarillas culturales de la 4T (proyecto político con el que, no se confundan, comulgo en lo sustancial).   


III Los nuevos planes de un universo voluble

Ya hablé de la sequía editorial que malviví desde el 2014 hasta el finado 2021. Siete años terribles en los que -sin embargo- no dejé de escribir, dibujar y proyectar nuevos libros. Y aunque al final me haya decidido por un viejo fanzine (el Planeta Buba en blanco y negro del 2000) para re-elaborarlo y encarnarlo en papel couché, aquellos nonatos editoriales siguen tomando forma en silencio y esperando su momento de salir al mundo. 

En un par de semanas comenzaré con una nueva campaña de fondeo para poner a consideración de los amables lectores y lectoras la viavilidad de mi próximo libro. Espero contar con su apoyo y retomar esa bonita tradición de publicar un libro cada año; no por el hecho mismo de la publicación, sino porque considero que aún tengo muchas cosas qué decir y (perdón por la inmodestia) la mía es una voz que hace falta en nuestro ecosistema cultural.

Pongo mi destino en las manos del universo y dejo a su enigmático criterio mi fortuna. En el inter seguiré dibujando, escribiendo y practicando mis escalas pentatónicas.

Los invito a leer el Planeta Buba, aprovechando que estreno una tienda virtual, modesta y cutre pero operativa. 

Abrazo caluroso

JQ

By José Quintero

Planeta Buba, el soundtrack de mi vida

Aquellos lectores que ya no se cuecen al primer hervor recordarán una serie de 26 archivos en mp3 que compartí en la sección Buba Sound de la segunda versión de este sitio (anexo documentación para los nostálgicos del ayer, que serán también los nostálgicos del mañana). 

Las 26 curiosas melodías recopiladas a manera de Long Player fueron el resultado de mi encuentro con el Reason y una inconfesable compulsión de clóset por crear música: un lenguaje que -junto con la poesía- se ha entreverado neciamente desde tiempos remotos con mi quehacer como dibujante. Recuerdo -por ejemplo y como dato curioso para mis biografos- que mis primeras dos composiciones fueron escritas en el kíndergarden para ser interpretadas ni más ni menos que por Emmanuel (una melodía triste y lacrimógena) y por Topo Gigio (evidentemente, una canción más alegre y jacarandosa, pensada para su tesitura vocal y su temperamento artístico). En ambos casos podía imaginar a la orquesta y los instrumentos sonar en mi bóveda craneal, arropando mis incipientes lineas melódicas; cosa que pude materializar más allá de mi mente sólo hasta décadas más tarde, merced al entonces impensable software de creación musical.

Haiga sido como haga sido y sea de ello lo que fuere, la versión 2 del planetabuba.net se fue quedando obsoleta y cayó en el olvido junto con aquél puñetero puñado de melodías defectuosas. Del sitio web solo quedó una página que por varios años anunciaba una reconstrucción que nunca culminaba y quien esto escribe se concentraba en la ilustración comercial, dejando de lado cualquier viso de aventuras musiqueras. Pero hete ahí que algún lector anónimo me envió un correo electrónico vertiendo comentarios interesantes (críticos pero cordiales) sobre el desdichado álbum. El comentario mas elogioso que me hizo aquél lector/escucha fue acerca del sentido del conjunto de melodías, haciendo notar que la obra tenía una intención editorial (lo que en términos discográficos se suele conocer como álbum conceptual) y que se trataba de un viaje sonoro. Un paseo que iba de un punto de la geografía emocional a otro distinto; apreciación que coincidía perfectamente con mis impublicadas intenciones.
Conmovido -incluso entusiasmado- busqué y encontré en algún lugar de mi disco duro los mp3’s en comento y volví a escucharlos con cierta pena ajena, pero también con una dosis de afecto, respeto y empatía.     

Desde entonces me di a la tarea de ir afinando y corrigiendo cada uno de los tracks que conformaron aquél curioso proyecto para hacerlo nuevamente del demonio público, cosa que he ido cumpliendo a paso lento y tortuoso, pero inseguro. 

Hoy, que sigo tratando de cerrar ciclos de todo tipo, cierro el concerniente a este proyecto musical en específico: un cúmulo de melodías que me hicieron compañía durante un momento importante de estos, mis días terrenales; el soundtrack de mis años en la Del Valle; de la muerte de mis perras, de mis ánimos rockeros, de mis delirios orquestales y la necesidad de decir con música lo que no puedo expresar verbal o gráficamente.

Espero que este acompañamiento sonoro sea grato a tu espíritu y a tus trompas de Eustaquio.


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By José Quintero

Arte boomerang

[vc_row][vc_column 0=””][vc_column_text]Como he comentado en repetidas ocasiones, soy partidario de una cultura libre, circular y, más que universal, pluriversal. Sostengo que la cultura la hacemos todos, que los roles de artista y público no son fijos, sino intercambiables (en un momento somos los autores de una obra y al siguiente nos convertimos en sus lectores). Sostengo -siguiendo el hilo de algunas reflexiones borgesianas– que el lector es tan autor como el autor mismo de una obra, pues mientras el primero crea, el público recrea al momento de la lectura y al recrear realiza una obra hasta entonces inerte, potencial y en estado comatoso.

El arte (la creación) es circular. Las obras van y vuelven pero vuelven re-significadas, cargadas de un nuevo sentido ajeno -posiblemente- al ideado por su creador original, pero no a la obra misma; y para documentar estos dichos, les muestro un par de ejercicios creativos.
El primero es resultado de la interpretación de una interpretación a un dibujo mio. Me explico: el dibujo original es un Caronte con su respectiva Buba elaborado en tinta china digital. La interpretación es de un escultor -desconocido por mi- que subió su proceso de trabajo a YouTube, y la re re-interpretación corrió nuevamente por mi cuenta.[/vc_column_text][vc_gallery type=”image_grid” images=”12320,12319,12261″ img_size=”medium 200×200″ css_animation=”fadeIn”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column 0=””][vc_column_text]El segundo ejercicio es una ilustración de Caronte basado en una firma/sketch trazada sobre un ejemplar del Volumen 2 de Buba. Si bien este segundo caso no resulta tan interesante, sirve para ejemplificar el intrincado y azaroso curso de las rutas creativas y de su circularidad.
El arte es un boomerang, hay que aprender a recibir aquello que arrojamos.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row 0=””][vc_column 0=””][vc_gallery type=”image_grid” images=”12323,12324″ img_size=”medium 200×200″ css_animation=”fadeIn”][/vc_column][/vc_row]

By José Quintero

La nave de los mitos

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Esta ilustración es una especie de resumen visual y conceptual de la suite de Caronte y será (espero) la portada de mi próximo libro.

Estoy satisfecho con el resultado porque, además de la carga simbólica que alude al cambio, la transformación y el apego a los imperecederos símbolos personales, es una obra que comencé antes de una grave crisis de salud y que proseguí durante la lenta y sufrida convalecencia. La nave de los mitos tiene, por tanto, un componente emocional que trasciende a la simple ilustración.

¡Bah!, que quedó chingona, pues.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_gallery type=”image_grid” images=”11437,11436,11435,11434″ img_size=”medium”][/vc_column][/vc_row]

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Un buen libro santifica todas las guerras
Buba Chop 2.0 – Capitalismo con rostro semihumano
El universo y amables planetas que lo habitan
Planeta Buba, el soundtrack de mi vida
Arte boomerang
La nave de los mitos