EXHORTO

Te reto a que bajemos al infierno
Para reconciliarnos con el fuego.
Te reto a compartir la misma cama:
El lecho –> el cielo sur –> el pozo ciego.

Te invito a que recorras mis arterias.
Mi limbo sin papeles ni escrituras.
Los ires y venires por mis propios laberintos
pero tocando base en tu cintura.

Te incito a entreverar nuestros caminos.
Tu memorable faz, mi tez moruna.
A desdentar el miedo con los besos matutinos.
A amarnos escudados en la luna.

Te cito a declarar tus sentimientos.
A conjurar la soledad futura.
A recorrer a diario con la punta de los dedos
la Vida, su epidermis y su insólita textura.

MIRAR LA LUNA

Ven afuera y alza la vista.
Hoy es el único día en que podrás mirar la luna.
Ayer no nacía todavía
Y mañana se habrá apagado.
Opacado tristemente como el ojo inmóvil de un perro muerto.

AVE

Para no ser llevado por el viento,
para no ser lanzado hacia el vacío,
hundí bien mis raíces en la carne de la tierra
y hundí mis señas patrias en el río.

Y anclado estaba –inmune al movimiento–
Atrincherado en singular enclave.
cuando entendí el error de mi hundimiento:
pues no era un ser de tierra, sino un ave.

PIEDRA FANTASMA

Levanté del suelo una piedra invisible
Y con sobreactuado gesto
Hice ademán de lanzarla
A tu fantasma.
Que caminó en torno mío pelando los dientes.
Escudriñando el espacio negativo
Y olfateando el miedo que flotaba en el ambiente.

¡Atrás, si valoras tu vida!-
Tronó mi voz, revelando por un instante sus fisuras.

Tu animal entendió el bluf
Y embistió,
al son del tambor de guerra de un corazón otrora enamorado.

Yo apreté el puño alrededor de mi piedra invisible…
De mi piedra de nada…
De mi piedra fantasma.

SELFIES

Tú, majadera
¿Qué me reclamas?
Si me dejaste -con el embrujo de tus caderas- como asno en llamas.

Si me abrumaste
Con tus desplantes de lozanía.
(con esas selfies de orondos filtros)
Magnificando con mis suspiros tu plusvalía.

¿No era el cursor la prótesis pírrica de mi tacto?
¿No eran mis briosos emoticones
Amor de facto?

Sólo fui un like entre tantos otros.
Sólo un corcel que dejó
En tus crines
Sus años potros.

SI UN DÍA NIEGO MI EXISTENCIA

Si un día niego mi existencia
Es decir, si me suicido,
No será por las heridas infligidas por cupido.

O el batido de miserias de un espíritu abatido.
O el lecho de espuma negra donde caigo, yazco, anido.

No será el causal funesto de mi existencia menguada.
La jauría de heraldos negros que bordan la madrugada.

No la culpa parricida
De un Dios que maté a la mala.
No el insomnio, que atravieso a punta de pico y pala.

Si un día niego mi existencia
¿Cuál será el fatal motivo?
Que sea la clara certeza de que el tiempo se ha cumplido;
Mi fragmento de experiencia del milagro de estar vivo.

¿ME VAS A RECORDAR?

¿Me vas a recordar por las heridas causadas con el filo de mis yerros,
mis brotes de ternura y de violencia o mi trato amoroso hacia los perros?

¿Me vas a recordar por mi apatía, los arranques de furia, el alcoholismo?
¿O por los mil demonios que me habitan, con fuero federal anti-exorcismo?

¿Sabrá tu corazón que un día fui tuyo? ¿tendrá un cronista digno nuestra historia?
¿Me vas a recordar? Yo ahora te arrullo en la cuna de sal de mi memoria.

IN CRESCENDO

Llorar tu ausencia, sortear tu abismo.
Meter toxinas a mi organismo.
Beber la rabia como un buen vino.
Rumiar la culpa como un bovino.

Huir del pathos, burlar al ethos.
Hallar refugio a estos labios prietos.
Dar tarascadas ante el placebo
Como un chacal con juguete nuevo.

Poner las cartas sobre la mesa.
Ser -más que un hombre- un perro de presa.
Poner las manos sobre la masa,
Ser -más que un hombre- un perro de raza.

Amamantar a un rencor impune.
Pasar factura al sistema inmune.
Saberse ileso después del sismo.
Mirar el mundo desde el marxsismo.

Comprar de fiado un kit de veneno.
Poner carita de niño bueno.
Palpar la fruta sin compromiso.
Sacarle sangre al suelo que piso.

Tragar saliva, fumar tabaco.
De amor eterno comerse un taco.
Guardar mesura hasta en la autofagia,
Mezclar cordura con sicomagia.

Romper tu exilio, bajar del monte.
Viajar de mosca hasta el horizonte.
Morder la brasa del medio día.
Viajar de mosca hasta la utopía.

Sortear tu abismo, llorar tu ausencia.
Pedir por radio una complascencia.
Morir matando, matar muriendo.
Irse apagando, pero in crescendo.

CON PRECISIÓN DE ORFEBRE

I
Busqué el conocimiento
igual que un perro hambriento hurgando en la basura.
Me henchí catrinamente
con el perfume acedo de la contracultura.
Vendí gato por liebre.
Vertí saliva enferma sobre la miel más pura.
Sudé mi propia fiebre.
Pagué caro tu ausencia y aún debo la factura.

II
Lloré como un valiente
por un perro al que el mundo le arrancó media pierna.
Derroché mi simiente
como quien no contempla vivir la vida eterna.
Bendije el trago ardiente
que acompañó la ruta de mi hemorragia interna;
(su fuego intermitente
me iluminó el camino en la noche sempiterna).

III
Memorias del infierno:
labré mis cicatrices con precisión de orfebre
Y en cuanto a amor eterno
te consta, amada mía, que di gato por liebre.
Pagué caro tu ausencia,
morí mis propios lutos, sudé mi propia fiebre.
El día de mi nascencia
¿fue el punto de partida o fue el punto de quiebre?

LA ANGUSTIA DE MORIR Y SER COMIDO

Como tristes babosas que se adhieren
con lentitud sinuosa a un tronco seco;
así en mi corazón hallan un hueco
dolientes animales que me hieren.

En el remoto altar de mi conciencia,
su miedo y su dolor encuentran eco;
en mi sentir lacónico y reseco
y en cada cavidad de mi existencia.

¿Será que a esta creatura y a esta y esta
podrá servir de breve linimento
la empática expresión de mi latido?

Late mi corazón bajo protesta
ante la estampa cruel de ese momento:
la angustia de morir y ser comido.

NECROFAUNA

Necrofauna nacida de antisemen.
Corazones purgando sus excesos.
Perros viejos royendo viejas glorias
como abejas libando sobre hueso.

Luz violenta mordiendo la memoria.
Examantes bebiendo té de hiedra.
Perros viejos royendo el medio siglo
como abejas libando sobre piedra.

Dioses tristes muriendo de hipotermia.
Machos alfa con déficit del ego.
Perros viejos muriendo de hipertermia
como abejas libando sobre fuego.

ALGO TIENE LA EMBRIAGUEZ

Algo tiene la embriaguez que no tiene la sobriedad. Hay una dimensión feral, un matiz abismal, una animalidad inteligente de la que carece el estado de consciencia ordinaria.
Después de una semana de abstinencia y apenas besado por dos mezcales y tres cervezas oscuras -eso ya es orgía-, me reencuentro insospechadamente con esa lucidez de celofán, con esa inteligencia subrepticia que me invita a ver el mundo bajo esa química luz que le da cierta tonalidad estimulante.

Ebrio del corazón, desintoxicas tu alma.
Ángel de la guarda, mi abyecta compañía.
De los pozos del cielo ya nada nos separa,
Dios no es mas que un anzuelo dónde enganchar tu vida.

Esto escribí a los veinte años, antes de saber lo que es el alcoholismo y antes aún de saber lo que es la romantización del alcoholismo. Mi relación con ese flagelo es añeja, mundana y aún diría que inmunda. Su sabor agreste lastima mis papilas gustativas pero resulta estimulante para mis pupilas gustativas.
Vuelvo a este momento. Escaneo humildemente la arquitectura del Salón Martell (esa burbuja etílica en la que me resguardo enunciando y denunciando los males de la vida con mi camarada, aquí presente) y sentencio para mí, con farfullante acento:
“Algo tiene la embriaguez que no tiene la sobriedad”.