Regresamos a la noble Tijuana después de cerca de 15 años de ausencia (apenas es posible imaginar el desconsuelo de los tijuanenses al sabernos faraway so close).
Quien esto escribe hubiese querido regresar a los pagos de la Tía Juana por la puerta grande -esto es: como autor consagrado- pero vuelvo como con la frente marchita y cual simple tallerista (como dice el cantar que se debe volver).
No me quejo y, muy al contrario, agradezco la oportunidad que me da la vida de volver a pisar suelo fronterizo y contemplar nuevamente con estos ojos decadentes (cada vez más sabios, cada vez más miopes) los estragos causados por el nuevo milenio en ese querido pedazo de patria.
Tijuanenses: no se aprieten los de Calvin Klein y pasen a saludar.